Ayer soñé con vos.
Ayer soñé con vos y necesitaba plasmarlo en algún lado. No por capricho, sino por necesidad, como cuando uno busca encontrarse en un libro o sumergirse en el café de media tarde.
Ayer soñé con vos y necesitaba escribirlo; y reconozco que no conozco otra forma más que vestirme de palabras, llevar estas palabras agridulces como mi mejor vestido.

Llevo mis palabras porque quiero, porque tengo necesidad de llevarlas y prender fuego a todos los contratos. Hoy tengo la necesidad de no respetar la buena letra; la necesidad de tender estas palabras al sol; y si se convierten en cenizas, y se disuelven en el viento, que así sea.

Ser fiel a mí misma también es una necesidad y escribir es parte del proceso, aunque cueste, aunque esté apostando todo, aunque sé que escribir es una forma de quedar a la intemperie en medio de la lluvia. Escribir(te) es una necesidad.
Y quizás estés del otro lado, y quizás estés leyendo; o por el contrario, quizás no. Da igual. Lo que importa es que hoy me puse mi vestido preferido y me abraza la cintura, y me enlaza la espalda como alguna vez la hipótesis de las palmas de tus manos.
Ayer soñé con vos, y caminábamos por la calle de mi escuela, y te mostraba cómo era mi barrio. Ayer soñé con vos y me contabas de tus ganas de París, y yo no podía evitar quedar prendida de tus gestos, como si estuvieras tratando de justificarle un lugar en el espacio a cada oración, a cada palabra; como si las palabras fueran tu remera preferida. Y te animabas a mostrarme un poco más de vos,  y me dejabas que me asome hacia tu infancia revelando una sonrisa de eterno Peter Pan. Y deteníamos la marcha y nos dábamos un beso de esos que aceleran los latidos por minuto. Intercalábamos los labios en renglones: todo lo que tengo que decirte plasmado en un beso francés del inconsciente, mientras me contabas de tus ganas de París, mientras te mostraba las calles de mi barrio.
Y no sé si esto es un intento de quedarme o de irme, sólo se que es una forma de afianzarme. Hoy elijo escribir. Hoy me elijo, aunque tenga que incendiarme. Ayer soñé con vos y tenía que escribirlo… porque era necesario.

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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