a.
Ha llegado el día sin título,
el karma de cada calendario
que ha proclamado ser tarot;
la ruptura de la cadencia y el futuro.
b.
Aquí yacen los restos
de una niña sensible.
Pero mi amor,
no te equivoques;
también habita una mujer
que se des-cubre con canciones
y se desnuda la garganta con poesía;
una niña-mujer que se des-viste para vestirse de azul.
c.
Ha llegado el día sin título,
las ganas de verme a la deriva,
los puntos de fuga que se extienden cual elástico:
el viaje del viento originario.
d.
No logro que todo me resbale,
y dios sabe que he intentado
– el dios que vive en esta casa lo hace sin mayúsculas -.
Pero mi amor,
hablo en serio cuando digo
que el mundo me penetra
y se filtra por debajo de mi piel.
Para escribir, también he de quitarme la piel como si gajos.
e.
Ha llegado el día sin título
en el que ni tú ni yo tenemos nombre,
sólo una coordenada:
el hambre por lo desconocido.
f.
Soy el sistema digestivo de lo que sucede alrededor.
El mundo me atraviesa,
le digiero las verdades y tabúes
y ya no tengo miedo:
menstruación
sexo
clítoris
fuego
cenizas
cáncer
muerte.
Me doy entera.
g.
Ha llegado el día sin título.
El punto G de los viajes anteriores,
el poema de un día sin título que quizás devenga a orgasmo:

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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