26 de junio de 2023.

Ayer a la madrugada empecé a pensar en mañana y el lunes pasado. Fue como si los dos tiempos de superpusieran sólo en función del goce. Por un lado, el disfrute de lo que pasó, y por el otro, la curiosidad de lo que podría pasar.

Quise perderme ahí, en la posibilidad de lo que podríamos explorar cuando nos veamos, en la complicidad de recrear un escenario entre los dos, imaginando al detalle hacia dónde se desplazan las manos para sentir más placer.

Recién cuando empecé a tocarme, llegaron tus ojos. Después tus brazos llevando mi cuerpo hacia vos para apoyarme entera. Mi cuello haciendo espacio para que tu boca encuentre lo que desea buscar, que siempre es distinto.

Y desde ahí, un salto temporal, una escena en la que estamos rodeados de gente pero nos miramos como si con la misma mirada estuviéramos escribiendo una historia paralela en la que acariciás mis piernas hasta llegar al final de ese comienzo húmedo en el que querés entrar. Esa hipótesis erótica en la que me desnudás en medio de todos y abrís mi boca con tu lengua, mis labios inferiores con tus dedos. Entonces soy toda apertura: quedo dispuesta para tu satisfacción, que también es la mía.

 

15 de julio de 2023.
Quisiera ser una aparición en tu paisaje cotidiano. Susurrarte un poema al oído mientras pedís un café. Que imagines mis manos como una bendición, recorriendo tu espalda al despertar lejos de mi ventana de pájaros.

Quisiera ser un espejismo en el desierto pálido que recibe tu cuerpo por las noches. Ser la canción que baila en la punta de tu boca, hasta acabar. Ser, también, uno de los 3 deseos que lances al aire.

Quisiera proyectarme clara y precisa en tus ojos. Ser una película real, de repente, y que creas totalmente la hipótesis erótica de mí. Escribir otra forma de acercarnos, amaneciendo entre las cosas cualquier día en el mundo.

Quisiera ser lo que busques y encuentres cuando sueñes. Deslizarme bajo las olas de tu nombre. Que el espacio sea sólo una mentira. Que descanses en la suave idea de que en algún lugar sí existo. Ser verdadera, aunque ahora no puedas tocarme.

 

17 de julio de 2023.

se parece a esto:
una luz en los ojos
el sol en la piel
el cielo abierto
una canción única e irrepetible
un vuelo hacia lo desconocido
el viento tan helado en la cara que despierta al resto del cuerpo
el furor del invierno que al fin ha llegado, al fin
rendirme al deseo con mis propias manos
romancear con la ciudad sin pausa
sentir, ser el brillo, una fulguración secreta
escribir un poema
hacer pie en mí misma
merodear la vida a dos voces
pensarte, se parece a esto

 

24 de julio de 2023. Diario onírico.

Tuve un sueño.
Aparecías por mi espalda e inventábamos un baile de ternura: brazos extendidos en la misma dirección, rozándose; mi mejilla girando para encontrar tu boca, mis ojos buscando tu mirada. No había beso alguno, solo aproximación intuitiva, un deseo que no era de fuego, sino un anhelo tibio y suave como una h deslizándose hacia una vocal.
Había un árbol de luz que observábamos a la distancia. Nos acercábamos a él para tocarlo (o ser tocados por la luz, que es lo mismo). Y cuando finalmente nos parábamos frente a frente con las manos extendidas, ahora en dirección a la fulguración, me entregabas un collar con una llave. Lo desprendías de tu cuerpo para pasarlo al mío y una vez entregado, apoyabas tu frente sobre la mía con los ojos cerrados. Nuestros contornos, embebidos en luz y una llave sobre el corazón: una visión de otro mundo.
Entonces, en ese momento, la realidad se abría paso y todo terminaba… O empezaba.
¿Quién sabe?

 

 

28 de julio de 2023.

NOTAS SOBRE LA BELLEZA Y LA MUERTE

No soy subterránea para viajar. El animal óptico que me habita necesita cielo, el verdor desprendiendo su belleza sobre la grisura edificada; necesita volver a escribir con los ojos, como cuando acompañaba a mamá al trabajo.
No tolero los olores del subsuelo porque el pájaro azul anhela el aire, un espacio de apertura para ser.

~

Hay calles que llevan tu nombre, aunque no lo sepas.

~

Decirte, por ejemplo: llamame cuando llegues.

~

La calidez de las luces se escurre y escribo sin pausa, casi con desesperación. No alcanzan las manos para esta escritura, para este deseo.
¿Qué ven mis ojos? Soy sólo un intento hoy. Quisiera ser algo más que eso, pero todavía no es tiempo de revelaciones.

~

Aunque no estés, aunque nunca te vea envejecer, la noche no paraba de hablarme de vos.
Okāsan significa mamá en japonés, explicó la protagonista de la obra. Hay más que imágenes: docilidad, la ceremonia de la escritura, un árbol rubí; pero también proyecciones de la memoria, la hija que fui (¿o sigo siendo?).
La muerte irrumpió como una lluvia de pétalos sobre las manos: lo incontenible, la transmutación de la belleza.
Detrás de la muerte, la luz. Detrás de la muerte, mamá, siempre aparece la vida.

~

La ciudad que me vio nacer, me ve crecer lejos de vos, mamá, o más cerca de lo que parece.
Suenan canciones de ayer. La música me cuida en el centro de la madrugada. Avenidas y trasnoche. Destellos fugaces, fulguraciones. Final del día no es lo mismo que finalidad del día. La finalidad de este viernes de invierno fue, es tenerte presente.

~

Gracias mamá por ese acto involuntario de despertar la escritura en mí. Qué regalo. Post nubila phoebus… Tras las nubes, el sol.
Lluvia de pétalos, lluvia de pétalos: en algún tiempo y espacio sigo siendo tu hija y a la vez una mujer que cruza un puente como un gesto cinematográfico… para leer el otro lado de las cosas.

 

 

Imagen: Twitter

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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