Noviembre 2022. El Depto.
Me dejo guiar por el hilo de una charla filosófica sobre la libertad, en la que emergen la niñez, la crianza y el núcleo familiar como geologías para el diario.
¿Cómo fue mi relación con la libertad cuando era chica?
Indago en mi luna de agua para investigarlo.
*
Decían de mí que bailé antes de caminar.
Decían de mí que anuncié con roja desesperación mi llegada al mundo.
Decían, también, que el trayecto por el pasillo del hospital fue maratónico; que a papá no le daban los pies, que a mamá no le daban las manos para regular la velocidad.
Ahora, hoy, no hay nadie que relate lo que no recuerdo. Intento construir con retazos de esos fragmentos algo parecido a la memoria. Quizás por eso mismo la escritura sea una pieza clave en mi vida:
no quisiera olvidar a mamá, a papá,
no quisiera olvidar aquel viaje al desconcierto,
no quisiera olvidarme ahora, hoy, escribiendo esto que escribo.
*
Mi energía de tierra desea otras cosas: tener un plan, aferrarse a él. Que todo esté prolijamente listo y alineado para dar el paso. Espera la conversación perfecta, los recursos necesarios en el período preciso. Pero mi energía de aire propone algo distinto: lanzarse primero para improvisar los movimientos a medida que avanzo; como en la danza, ir hacia la vida con el cuerpo, intuir lo que el espacio y la metáfora me van pidiendo.
Mi energía de aire no desea encontrar la estrategia infalible para dar el salto, sino inventar la ficha, nombrar la posibilidad de una jugada nueva.
*
Invoco a mi yo del 2015 y a mi yo del 2017 al fuego de la escritura. Quisiera su coraje, su conexión a lo salvaje que hay en mí.
Pero cuando la fuerza secreta de la escritura me toma también es una invitación a lo salvaje. Ese es mi puente: vivir escribiendo, escribir viviendo.
*
En el mundo de los sueños asoma mi fuerza vital. Mi inconsciente, ese espejo que invento a través del diario onírico, adquiere forma, palabra. Los mensajes gotean por mis manos con cada amanecer.
Algunas mañanas avanzo sobre el cuaderno como si fuera un oasis. Una vez que lo abro, me dedico amorosamente a la tarea de decodificar símbolos, señales, para extraer de cada sueño una frase poderosa, un faro hacia lo que vendrá (que es lo que todavía permanece en sombra).
*
En este momento lo importante no es encontrar la opción definitiva, sino ampliar el espectro de alternativas.
Al moverme se abre el paisaje.
Al moverme creo una realidad distinta para mí.
Y es en ese movimiento único e irrepetible donde deseo bailar, escribir, ahora.
Como dice esa canción que me enviaste en invierno para caminar por las sierras: Algo más va a pasar / Algo más…
Imagen: “Untitled (Translucent Curtain)” von Aino Kannisto, 2002
Thanks!