24 de septiembre de 2016.
Pulsar.
Pasé tanto tiempo luchando contra mi naturaleza, tratando de ser lo que no soy, de encajar, de cumplir el rancio sueño de encontrar el amor…
Huí durante tanto tiempo de la posibilidad de escuchar la voz lejana, la sabia voz de mi intuición, que no es más que el murmullo de mi salvaje corazón diciéndome: No traiciones tu naturaleza…
Pasé tanto tiempo buscando la forma de ensamblar, tolerando el juicio y el rencor, anclándome a la culpa como si no hubiera mañana, lavando las penas en el hondo río del pasado; tejiendo a ciegas…
Huí durante tanto tiempo de mí misma; de mis ansias de más, de mi sed de paisajes, del estremecimiento de mi salvaje corazón diciéndome: Eres un soplo de vida…
Que he decidido mirarme al espejo, contemplarme; detenerme en cada curva, cada trazo de mi rostro; aceptarme como soy. He decidido abrirme de brazos a este feroz deseo de pasión, de amor, de poesía; dibujar una línea, no para distanciarme del mundo, sino para decir: Lo que ves es lo que soy. Dibujar una línea como un manifiesto de mi naturaleza, del poema abisal, de la canción de mis huesos.
He decidido convivir con el miedo y atravesarlo cuando sea necesario; renunciar a las máscaras, a esta épica ansiedad de encontrar quien me acompañe. He decidido transitar mi camino como puedo y como quiero: Escuchando a mi salvaje corazón.
Pero no, no me confundas, no he decidido renunciar, he decidido quererme, dejar de ceñirme; continuar paso-sobre-paso-sobre-paso, habitando el suave néctar del presente. Vivir.
He decidido vivir en el amor, en la fina frecuencia de las voces que vibran conmigo, en el oleaje de nuestro idioma subterráneo.
He decidido trascender mis propios límites, los tuyos, los de ellos… Entregarme a la sensible, silvestre y tórrida música de mi salvaje corazón.