15 de octubre de 2022.
La mañana hace su entrada en el escenario del momento. Día casi conseguido: intervalo de café y lectura, caminar bajo y a pesar de la humedad de la ciudad, cita con amigas.
Lluvia esencial para la limpieza.
La bruma de la palabra avanza.
La música flamenca hace su entrada en el escenario del cuerpo.
No hay viento por fuera, pero sí por dentro.
19 de octubre de 2022.
Reencuentro con el gesto de sentirme yo misma.
Primavera: el viento pasa por, entre, dentro de las palabras.
Primavera: yo bailo con la sensación, ellas bailan con la sensación, nosotras bailamos con la sensación.
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Leo a Lu hablar sobre las manos de su madre. Las manos aparecen como un tema recurrente, una manera preciada de intervenir la vida desde la materia.
Las manos reaparecen en sueños y las anotaciones oníricas señalan la importancia de mi mano izquierda para expresarme, para contar la vida.
Algo nace de la vida subterránea de los sueños para cruzar el umbral simbólico hacia lo real, lo cercano.
Las manos como elemento acariciante de lo que nos rodea.
Las manos para aprehender lo que es a través del cuerpo.
Las manos también respiran, escriben, laten en un mundo en llamas para recordarnos que existe el amor.