12 de octubre de 2022. El depto.
Hoy mi piel huele a palta. La casa se inunda de luz natural y aroma a champa. El mate humea recién servido, mientras escucho el podcast de Morgan Harper Nichols (al que no escuchaba desde mi temporada en el mar).
Habito sola esta casa y esta escritura. La primera es nueva para mí. No estoy acostumbrada a que el tiempo fluya en dirección a mí misma. Solo ahora puedo ver las formas en las que diversifiqué mi atención y mi energía hacia los otros.
Esta rareza movediza en la que navego es inesperada pero está llena de frescura. Entro en ella como la niña que fui entraba en la pileta: hay algo por ser aprendido… a flotar, a nadar, a sostener el peso de mi propio cuerpo.
El espacio se abre y me muestra árboles contonéandose en el viento, edificios con incontables ventanas, un cielo claro y limpio. Observo todo en cámara lenta simulando ser la directora de esta película y escribiendo el guión hacia dentro para luego dejarlo caer sobre el cuaderno.
El color me rodea y abraza esta sensación inédita. La suavidad orbita en el aire y se convierte en un estado de conciencia, más que una cualidad del tacto.
Soy altamente receptiva a lo que verdaderamente deseo.
Soy dulcemente permeable a esta realidad que acontece hoy y que elijo crear con cada paso que doy.
Imagen: betulbargun