«Algo nos está soñando.»
Alejandro Jodorowsky, La danza de la realidad.

Día 7. 

02.13hs. 
Casi. Así, como pintada al óleo sobre canvas, vino la noche para llevarme en sus brazos. Cerré los ojos y nombré la sombra al imaginarte desnudo. Los cerré fuerte para verte de nuevo, para volver a sentir ese dulce placer raro de desvestirnos riéndonos del frío.
En ese lugar de la carta en el que yo digo océano vos decís tierra, pero no importó, ni una vez lo hizo. Encontramos el punto exacto del desengaño vano. Lo desarmamos ahí, donde el trazo del tacto logró la vocal cerrada.
Nos asustamos de la dicha y la penumbra de encontrarnos juntos al día siguiente; juntos, riendo, despeinados, como diría Julio.

No fue una pérdida de tiempo que hayamos marcado el calendario con giros y letanías. Mi luna de agua tembló contra tu boca. Así fue como aprendí a mirarme desde la otra orilla. Óleo sobre cama.
A pesar de aquello que alega ser mi identidad ser, también, la noche.


09.34 hs.
“Estoy en mi cama
Mi cama de piedras
Pero al final de la noche
Descansaremos nuestros huesos”
Nɪɢʜᴛ, Zᴏʟᴀ Jᴇsᴜs

El recorte de una pintura: “Dusk” va del blanco al azul profundo de la noche. La Casa aporta el blanco. Yo le doy forma al azul con mi propio cuerpo. En este diálogo de intimidad, La Casa y yo nos volvemos una.

09.51 hs. 
Espero no mentirme en este ejercicio cotidiano de la poesía.

10.40 hs. 
Sigue la reconstrucción. Hablamos con Jota sobre La Casa y el paso del tiempo. Observamos las paredes, tomamos medidas. Él deduce que debe tener entre 60 y 80 años de edad. “Una vida humana”, resalto. Varias vidas en una vida. La Casa protege a los soñadores.

11.31hs.
Si pudiera convertirme en música, lo haría. Sería una pieza de piano que se extiende en el aire. Sedosa y visual, casi cinematográfica: un índice que dibuja una boca y le da vida, una mano que acaricia con delicadeza coreográfica el espectro humano.


 

Esta entrada del diario pertenece al desafío “30 días de escritura” de Maitena Caimán.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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