22 de febrero de 2018.
Remembranza. ‘Le matin’
Ayer la furiosa ciudad que atestiguó mi llegada al mundo tuvo la osadía de arrastrarme a los recuerdos de septiembre. El sol y la lluvia se vieron envueltos en una juego de seducción explícito e intermitente, trazando sobre mi miércoles 21 de febrero un incisivo paréntesis azul.
Con el cerrar de la noche encontré esta escena, y sin saber bien cómo, estaba ahí, cruzando el Puente Saint-Louis con Sabina deslizando su voz en mis oídos: Ahora que el mundo está recién pintado / Ahora que las tormentas son tan breves. Y luego, mientras hacía un impás para observar la Catedral: Ahora que los sentidos / Sienten sin miedo.
El Ángel Dorado de la Liberación que coronó mi metamorfosis lo sabe bien: no llevo registro de la cantidad de veces que crucé el puente para pasar de La Bastille al Quartier Latin, pero sí hay algo que desde entonces se ha quedado conmigo: esta certeza de que nada es urgente y que todo es presente; esta sensación de estar más viva de lo que estoy.
[Continuación del día]
Preservar los momentos con uno. Cumplirse: cumplir con aquello que nos prometemos. Tomar una decisión es solo parte del trayecto, el otro 50 por ciento es sostenerla en el tiempo.
Leo a Katherine en Estación Jardín. Sonido azul, trenes que vienen y van sobre los rieles que me han visto crecer. Hoy el sol ha decidido quedarse, al igual que la música y la contemplación de las escenas de este Buenos Aires adyacente.
La alegría tácita de saber que, más allá de los giros del destino, siempre habrá un café en algún lugar del mundo que podría salvarme a la vida.
Imagen: Bianca Truzzi