Día 6. 
… Quiero decir, yo también escribo la música de las cosas que guardo porque sí,
como el café perfumando la casa,
como París, Barcelona y Buenos Aires,
como el azul y el refugio,
como el tiempo condicional,
como vos y él y yo y nosotros.
*
Escribo el amor con el cuerpo, reemplazando melodías por palabras cautivas. Entonces: 
salvaje rojo clavícula sexo semen jadeo pasión muerte
*
Interpreto señales, pronunciando un Aleluya con las manos arcillosas de incertidumbre y de miedo, de sed y de amor; fulgurante como el fuego místico y violeta de Nemetona, 
En el extremo de mí,
En el extremo del todo,
En el extremo 
De mis propias po-si-bi-li-dades.
Luisa Valenzuela tenía razón: Peligrosas palabras. 
Palabras rojas.
Escribo: ¿para qué fueron creadas si no podemos dotarlas de voz?
*
Mamá dijo: manzana en la mano de Adán. Pero nunca habló del peso del hombre sobre el sexo ni mencionó el Capítulo 5 ó 7 de Rayuela. Tampoco habló de la libertad del cuerpo femenino, la delicadeza del algodón sobre las curvas que me hacen mujer, o la soltura en el cuerpo que sentí el día de hoy.
*
Cierro los ojos. Doy gracias a mi madre y a la madre de mi madre. 
Limpieza y purificación. Oración lunar.
Mamá no dijo que habrían días como éstos: de escuchar a Damien pronunciar un Aleluya como un rasgo vital, de sentir las libertades de mi cuerpo, de entregarme a esta súbita necesidad de abrirme de piernas al mundo.
Decir “hija” fue su forma de amor.
*
Escribir con el cuerpo* es abrirme, extrema, silvestre, fiel a mi naturaleza.
Le digo a mi madre: hay exploraciones que sólo yo puedo llevar a cabo.
Atravesar los miedos es atravesar el amor.
*
Diario rojo
Poesía de los días sin nombre
Lenguaje silvestre
Impulso de la naturaleza que se hace realidad. 
/ A B R E / 

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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