Día 2.
“El futuro es oscuro, no como algo malo, sólo oscuro; no lo puedes ver. Y, tal vez, vivir es sólo iluminar lo que necesitas en un día” —decía un personaje ayer por la noche.
Doy forma a la incertidumbre y la inquietud de los últimos días con las manos arcillosas; activa, dedicándole tiempo a mirarme a los ojos, a percibir lo que el nuevo día viene a mostrarme. “Je suis vivante, je suis vivante, je suis vivante”. Salgo de casa con un diario azul, la intemperie y el invierno en el bolso.
¿Cómo describiría el silencio de hoy? Fresas; fresas que se deshacen en la boca, con los ojos cerrados y el rostro a contra viento.
Salgo de la casa.
Silencio propio.
Fresas.
Música azul: “Un compás de luz, el faro dibujó en el mar”.
Sonrío.
Pienso en amor.
Fresas. Fresas. Fresas.
“La espuma se convierte en sal“, sigue cantando Cerati.
Me entrego a la poesía.
Recuerdo: “Sólo iluminar lo que necesitas en un día”.
Me detengo a tomar esta fotografía.
Termina la canción.
Me siento cerca.
Vuelvo a pasar por el amor.