I.
—— estoy buscando, estoy buscando“, escribe Clarice.
He comenzado un libro nuevo. No elegí el libro. El libro me eligió entre lluvia fina y caratulas de plata, hablándome de manos y cuerpos y hambre.
Todo esto ha sucedido después de leer a Solange  El cuerpo siente cuando uno está en lugares sagrados.” pero antes de pensar en mi madre.
II.
Estoy dejando el cuerpo atrás. 
Hace dos noches atrás sentí la sagrada ligereza de abandonar mi cuerpo, y cuando el miedo apareció, lejos de escaparle, supe aquietarlo con palabras de amor.
Esto fue antes de que Clarice me hablara de perder el montaje humano, pero después de escribir la mariposa.
III.
A veces siento que el mundo me atraviesa con la intensidad del relámpago en el cielo. Hace unos días escribía: “¿Quién dice que no hay poesía en la tormenta, en el idioma catastrófico del cielo?
Quizás la intensidad sea mi idioma. La sagrada intensidad de vivir en el momento y librarme al azar. La sagrada incertidumbre del desorden de los átomos. La sagrada experiencia de dejarme atrás, de derribarme para volverme a construir, de renacer en el cambio que es tan solo otra forma de escribir el escorpiónMe he pasado la vida intentando amansar mi corazón y no herirme las manos, en lugar de aceptar la esperanza de vida de la flor en la nieve, la finitud del momento. 

IV.
Siento miedo del sí, de la posible levedad, de “el sagrado riesgo del azar” y la pasión. Siento miedo de la probabilidad, de las señales que he empezado a escribirme sobre el hueso; del amor de la piel, de la piel del amor, del amor. Sí, todavía tengo miedo del amor y escribo esto con un poco de un poco de sal sobre el rostro de la noche anterior; con rasa mareal y tormenta y mariposa en las venas. Escribo esto que escribo más allá del cuerpo, más allá de mi noción de mí misma, más allá de la eterna y dulce cadencia de las teclas; más allá de los cambios de clima y cordura. Escribo esto en el idioma del cielo, hoy, en Buenos Aires, en un refugio de café y manos heladas; desistiendo a posar el índice en el sol; dejando mi cuerpo detrás, dejándome atrás…
Escribo el “risco” y la “alegría difícil” de sentir.

Imagen vía facebook.com/rebecacygnusphotography
Inspirado en frases de “La pasión según G.H.”, de Clarice Lispector
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

2 Comments
  1. Buscando algo que no encontré llegué de casualidad (por azar, diría en sintonía con vos) a este texto hermoso.
    Y es tan terrible como lo que escribís vibra siempre en el tono justo para hacer eco en lo que me pasa.
    "Siento miedo del sí, de la posible levedad, de "el sagrado riesgo del azar" y la pasión. Siento miedo de la probabilidad, de las señales que he empezado a escribirme sobre el hueso; del amor de la piel, de la piel del amor, del amor. Sí, todavía tengo miedo del amor y escribo esto con un poco de un poco de sal sobre el rostro de la noche anterior; con rasa mareal y tormenta y mariposa en las venas…"
    Me lo llevo, porque cuando hablás de vos hablás un poco también de mí…Bella noche, muchacha bella.

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