I.
Le pediré de prestado
su nombre a la noche.
Vagaré entre las luciérnagas
y bocinas de ciudad.
Seré un resquicio de poesía
en el cemento extendido
cada vez que una canción
salga a encontrarme.
Cada vez que yo imagine el mundo
como un travelling de cine,
seré una melodía universal.
II.
Voy a verter kerosene
sobre mi mar de memorias.
Encenderé un cerillo
Por mi madre
Por mi abuela
Por las mujeres que conozco
Por las que aún no he conocido.
Voy a limpiar con el humo
todo aquello que ha sido dado por sentado
para encontrar mi Verdad.
He venido a traer la esperanza.
He venido a ofrecer mi corazón.
III.
Ha comenzado la metamorfosis.
Ha comenzado la transformación
En la luna
En el alma
En el sexo
En la oscuridad de la noche.
La flor oscura ha venido a contarme
el secreto de mi feminidad:
Deberás naufragar
para volver a respirar.
Deberá aflorar la sombra
para que vuelvas a nacer.
IV.
La grieta en la caja de cristal
se ha convertido en el resquicio de la noche
La oscuridad ha venido a rescatarme.
La Diosa Negra ha venido a contarme
Que la muerte no existe sin la vida,
Que la vida no existe sin la muerte.
Entonces 
contemplo el deseo,
contemplo el océano,
contemplo el hechizo.
Le pido prestado
su nombre a la noche…
Y cambio de piel.
El eclipse ha comenzado.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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