#THEHUNT.
Este viaje se ha dado como una cacería en la que todavía no sé quién es el perseguidor y quién es el perseguido.
Este viaje se ha dado como un duelo que no requiere filtros: he dado a luz un viaje para vaciarme, como los árboles despojan el verano a través de sus hojas – el invierno es sólo una nueva forma de nacer, la gestación absoluta de piernas hacia adentro -.
Este viaje se ha dado como un exorcismo, que en mí, no tiene antecedentes; una forma de vivir a la que aún no estoy acostumbrada. ¿Es posible tener un déjà vu de lo que aún no ha sucedido?
Estoy ausente: me he percibido en el mapa y hoy siento que puedo ser los cuatro puntos cardinales y también puedo ser nada. Digo: soy como el viento. Esto también es decir que soy como mi padre: las cenizas al aire una mañana en Paternal.
Este viaje se ha dado como una metáfora que cala hasta los huesos; la necesidad de detenerme en una esquina de Zapiola por no saber si estoy en Colegiales o junto al reloj astronómico de Praga.
¿Ha llegado la locura finalmente a mi vida? ¿Acaso soy la única que siente la tierra vibrar por debajo de sus pies?
La traslación es en mí; yo me muevo con el mundo.
Entonces:
si lo escrito es locura,
si este viaje es locura,
si vibrar con el mundo es una forma de locura;
espero con ansias el ocaso de mi “normalidad”.
Si esta persecución puede llevar(me) a la locura…
Toma. Quédate tú con tu “normalidad”, te la regalo.
Imagen vía yellowtrace..com.au
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Este será el primer post de un desafío que inicia hoy, 19 de junio de 2015 a las 3AM. La persecución de un viaje que se ha plantado en mi ventana como alguna vez un libro: una necesidad.
Estoy escribiendo en Buenos Aires, o no, quizás una parte mía esté escribiendo desde la costa Amalfitana.
Supongo que las respuestas vendrán luego; o tal vez lleguen a destino en el lecho de mi muerte… (puede que prefiera lo segundo).