Los años me han dado de comer en la boca:
durante un tiempo mi peor enfermedad fue la auto-censura.
Esta vez he decidido alimentarme del mundo:
abriré los labios para nombrar las capitales
que aún no se han escrito.
Tomaré el mapa y lo escribiré de norte a sur,
de polo a polo.
Deportaré mis propios juicios:
este cuerpo imperfecto, humano y sintiente
será el hogar y la expulsión del inconsciente.
Seré fiel, seré clara,
seré breve con los demonios de mi mente:
sé del miedo, pero el temblor será más fuerte.
Regalaré palabras como una forma de donar-me:
diré ‘te quiero’ como una capital;
diré ‘sexo’ como un quiebre de fronteras;
diré ‘mujer’ como una epifanía en otro idioma:
‘feel’.
Esta vez he decidido alimentarme del mundo:
ser mujer será todos los verbos de poesía
sin importar el continente.
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