Los años me han dado de comer en la boca:
durante un tiempo mi peor enfermedad fue la auto-censura.
Esta vez he decidido alimentarme del mundo:
abriré los labios para nombrar las capitales 
que aún no se han escrito. 
Tomaré el mapa y lo escribiré de norte a sur,
de polo a polo.
Deportaré mis propios juicios:
este cuerpo imperfecto, humano y sintiente 
será el hogar y la expulsión del inconsciente.
Seré fiel, seré clara,
seré breve con los demonios de mi mente:
sé del miedo, pero el temblor será más fuerte.
Regalaré palabras como una forma de donar-me:
diré ‘te quiero’ como una capital;
diré ‘sexo’ como un quiebre de fronteras;
diré ‘mujer’ como una epifanía en otro idioma:
‘feel’.
Esta vez he decidido alimentarme del mundo:
ser mujer será todos los verbos de poesía
sin importar el continente.
Imagen vía tumblr.com

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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