El otoño me recibió con la dulzura de Tobias. He logrado disolverme en amores de papel y tinta corrida, derrapando miel sobre todo mi entorno. Una casa de luz, a pesar de la lluvia, y vapor de café, —entre otras cosas—.
El otoño me recibió con el susurro de las hojas por debajo de los pies. El viento sabe acariciar(me) sin complejos; es recíproco. 
Ayer por la noche encontré pétalos de rosa marchitos en un bolso que me recuerda que he de seguir soltando mapas.
En otoño haré dulce de palabras que dure todo el año y voy a verterlo en un frasco de luciérnagas. Me abrigaré con poemas de otros hemisferios y haré el amor con música-en-acústico. Éste es un viaje sin maletas. Éste es el viaje de una estación que durará toda la vida.
Escribiré una canción para el otoño…

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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