Me quedo con lo que me queda. Prefiero el saldo positivo, las miradas que engendraron sensaciones a las que las palabras ni les pisan los talones.
Me quedo con el caos después del temporal; con las sábanas revueltas; con los poemas a medio terminar. Y no me quejo, no, al contrario, lo prefiero. Prefiero quedarme con lo que sea que pasó entre nosotros.
Prefiero… no, mejor dicho, elijo la brevedad de nuestro encuentro. Ese punto ínfimo en el que nos cruzamos y supimos aprovechar la intensidad.
Elijo los besos que se dan entre las líneas, las palabras que nos tientan a jugar entre los surcos, la sensualidad sutil e implícita que reescribe sinónimos de las nuevas caricias. Elijo quedarme con lo que me queda de vos, de mí, de nosotros… sin etiquetas, sin augurios, sin futuros compromisos. Lo elijo por el tiempo que tenga que durar; lo elijo aunque anuncie incertidumbre y no sepa a dónde vamos.
Me quedo con lo que me queda porque me gusta saber que en algún momento, en algún lugar y por alguna razón nosotros nos cruzamos e hicimos que cruzarnos valga la pena.
Como fuere, como sea… que pase lo que tenga que pasar.
(Y te suelto como el aire, porque es parte de quién sos).
***
For a while all of our clothes were strangers
and picked each day a new and rare costume of love.
Imagen: Pinterest
Ay!!! Llegué un año tarde a este texto, pero qué afortunada de haberlo encontrado.
Bellísimo, hacés magia con las palabras…
(Y sí, quedémonos con lo que es sin presagios de futuro ni nostalgias de momentos que no fueron… y que cada instante dure lo que tenga que durar)
Abrazos muchacha.