Los sueños. Podría decir que ayer por la noche un sueño predijo este día de elecciones, o podría decir que fue pura coincidencia, pero como soy supersticiosa de las palabras, prefiero volcarlo todo en este texto, como vuelco el café con leche todas las mañanas en mi cuenco de taza. 
Ayer soñé con ella. Venía de una semana de extrañarla hasta el alma, y soñé con ella. Extrañaba sus consejos, y aún más sus abrazos de otoño (porque era de esas MAMÁS que vuelcan todo su amor en cada abrazo, sí, como yo pretendo volcarme ahora en este texto). Soñé con ella y desperté sin entender el sueño: entrábamos en un edificio y tenía dos opciones, tomar las escaleras en penumbras o subir al ascensor. Yo estaba perpleja, sin saber qué decidir, aunque la elección fuese obvia; dudaba, mi mirada se alternaba de la izquierda a la derecha, y dudaba.
Y así me desperté, con los vestigios de ese sueño. Sin embargo, como por un hecho casual (o en realidad, supongo que no tanto), desperté con un énfasis que hizo valer mi nombre, casi como el énfasis que acostumbraba ver por las mañanas antes de que ella partiera a su oficina. 
Hoy seguí sus pasos. Elegí un labial rojo intensidad para exportar mi potencia de las venas a mis labios, y me puse mi mejor vestido: el de mujer. Antes de salir vi mi reflejo en el espejo y me gusté, me sentí plena, confiada, segura (como creo jamás haberme sentido). Sonreí, y no paré de sonreír; sonreí para afuera y para adentro, para contagiar y contagiarme. Solté las palabras que tenía que soltar, asumí las responsabilidades que debía asumir; me hice cargo, y eso, indefectiblemente, me llevó a sentirme más mujer que antes de atravesar la puerta de mi casa.
Me di cuenta que tengo el mejor ejemplo de lucha, y el mejor ejemplo de mujer que podría pedir. Hice valer mi herencia, y me hice valer. Me volví a plantar, una vez más, con mis ramas extendidas hacia el viento; de nuevo: éstas son mis palabras… pero ésta vez, extendí mi statement
Me siento mujer. Me miro los labios y veo los besos maduros que aún me quedan por calar. Me miro las curvas y apelo a mi instinto; soy poesía erótica y ya no le tengo pánico a los miedos. Me calzo el vestido de fémina, lo llevo adherido a mi cuerpo, tatuado en mi piel. Ya no soy una niña conforme. Desvisto mi alma, me vierto en el fuego; desgloso mis vértebras en las noches de cama que aún no viví. Me veo mujer y elijo abrazarme.”
Entonces ahora que me siento a volcarme, entonces ahora que hago inventario: hoy el universo conspiró a mi favor, dejándome en claro lo que hay que soltar; dejándome ver que sentirse valiente no es sólo cuestión de suerte.
Entonces, ahora que me toca elegir: Llamá al ascensor, por favor
Prefiero avanzar.
…y va otra canción de Spinetta para mí misma:
Estás tan llena de palabras
y los gestos son cristal
se sumen en la oscuridad
Ya no queda tiempo
aquí solo se rompe con el despertar mañana
Ah, son los hombres en tu paraíso
nunca entenderán como es tu alma oh….. 
El tiempo se desnuda
en años de mirarse bajo el árbol sin hablar
nos esperan en un pozo
donde todo surge, surge y se degrada
como en una larga historia
Ah, todo esto no es el paraíso
nunca entenderás como es la gracia
Y hoy con tus manos en el paraíso
luchando como Dios dispuso estás aquí
y las alas en el paraíso no te servirán
tendrás que darlas
Y hoy con tus manos en el paraíso
mirando como pasa el tiempo estás feliz
Ves la luz, la dulce luz
ves la luz, la que querés
ves la luz, la dulce luz
ves la luz, la que querés
Hay un perno en una boca
y un cerdo en el rosal, el juez
los ojos de un cuaderno se han perdido
entre desechos industriales de toxicidad
letal
Ah ya que nada de esto es el paraíso
¿como entenderás mi amor eterno? 
Y hoy con tus manos en el paraíso
jugando como Dios dispuso estas así
lala, lala, lala, la la la …… ah, uh… 
Y hoy con tus ojos en el paraíso
manchando lo que Dios dispuso
estás feliz
Ya que nada de esto es el paraíso
¿como entenderás mi amor eterno? 
Y hoy con tus ojos en el universo
jugando como Dios lo quiso
jugando como Dios dispuso
estás así
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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