“Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.”
Eduardo Galeano

Llegó el día 16 y me dedico a perderme en la anatomía de esta canción. Advertencia: no tengo ganas de encontrarme. Son las 12 pm, es domingo, y me corroe la pereza. Sólo pienso en escribir. Miro mis uñas y el esmalte saltado me recuerda la tareas que aún me quedan por hacer. Pero no importa, no realmente, porque hoy manda la escritora. Hoy me siento en la antesala de los cambios, una vez más. Siempre cambiando, siempre cruzando…

En la camilla 16 no necesito barbijo, sólo fórmulas instrumentales: CTRL + C / CTRL + V
“I need you so much closer”. Te necesito más cerca (o en realidad) me necesito más cerca.

La canción que me acarició la mejilla tras la pérdida de mi héroe tocadiscos.
La canción benevolente, que cura, que sana.
La canción que conocí en la adolescencia, y fue soundtrack de un amor de 8 veranos:
Transatlanticismo.
“…When the water filled every hole.” …Cuando el agua llenó todos los huecos (o todas mis grietas).
La canción balsa que me saca a flote. Me mece. Que ahoga mi hastío y remonta mi paz.
La canción que rema contra el viento de mi sudestada, y la sudestada de mis dudas:
Transatlanticismo.
“The rhythm of my footsteps”. El ritmo de mis pisadas. El ritmo del camino.
La canción melancolía, de coros sostenidos y melodía variable, un poco como yo, que hago coro de mis pensamientos rebalsando mis tresillos. Yo, que quiero ser vals Danubio Azul. Yo, que pretendo ser París & Budapest, en concierto. Yo, que quiero ser prosa en francés, y llamarme Céline; o quizás una canción de Sabina y mutar a Sagrada Familia…
Yo, siempre cruzando.
Cruzando las calles, los puentes, los egos. Cruzando este orgullo oruga que me opaca los colores de las alas. Cruzando fronteras, cruzada de idioma.
Cruzando etiquetas: vida-muerte, amigos-amantes, amor-erotismo, sensatez-sentimientos. Cruzando mitades, los pies alternando a veredas verdades.
Siempre cruzando.
Cruzando los duelos, los duelos cruzados: papá-mamá, 24 años-26 años. Cruzando laderas de sueros, desiertos de camas pristinas, cuartillos de puertas heladas.
Cruzando los miedos, cruzando rutinas. Cruzando oficinas: enfrente, la vida.
Y volviendo a cruzar:
En el Capítulo I decía: “Serán posts de transición, desde las profundidades de mi núcleo: quién soy – qué quiero hacer.” Empecé este desafío anunciando mi renuncia en el trabajo y planificando un viaje 20 días. Empecé este desafío queriendo publicar mi libro de poesía y escribiendo para adentro.
Y cruzando de nuevo… 
Termino el desafío con la idea de un libro intenso-intensivo;  lo termino expectorando palabras hasta por los poros. Termino el desafío con la tinta invisible de 365 days of writingen el día 16 de 16 días, en un calendario de 11 de mayo. 
Y 1 + 6 + 1 + 1 es igual a 9 (más fórmulas); el 09-09 es mi cumpleaños; con suerte estaré en España…. Y con España, otro desafío (quizás el más grande hasta ahora): quedarme un mes más y terminar el libro en Madrid o Barcelona.
Si así se dará el tiempo dirá, lo importante es tomar decisiones. No voy a esperar a que pase el temblor, estoy habituada a la vida de urgencias. Me sugiero ser hoy, porque mañana quién sabe. 
[Cruzo otra vez a mi memoria melómana]
Recuerdo el fragmento de otra canción: “Cada nuevo comienzo viene del final de otro comienzo” ¿Entonces? – cuestiona mi hemisferio izquierdo – Entonces… yo elijo seguir cruzando.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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