“El éxtasis musical implica una vuelta a la identidad, a lo originario, a las raíces primarias de la existencia. En él sólo queda el ritmo puro de la existencia, la corriente inmanente orgánica de la vida. Oigo la vida. De ahí arrancan todas las revelaciones.”
Émile Michel Cioran – El libro de las quimeras
Había una vez una niña de 10 años, un disco de Spinetta, y una frase indeleble que decía algo así como “Tu tiempo es hoy”; un papá coleccionista de canciones, y paredes infantes con mejillas color rock y papel melancolía.
Había una vez una chica de 16 años sentada frente a una ventana con paisaje-red social que enmarcaba una fracción de espacio asegurado en la inmensidad del mapa digital. “Usted está aquí” en esta porción de mundo; usted escucha esta música, lee estos libros, mira estos filmes; usted sigue a estas bandas, a tal y tal solista: Rilo Kiley, Ben Folds, Damien Rice, Aqualung, The Thrills, Death Cab for Cutie. Una red que le tejía los sentidos en formato musical; un cuaderno con red de portada, y ella que tejía las palabras en la cara y contracara de las hojas Rivadavia.
Había una vez una chica de 24 años, enamorada de la vida, enamorada del folk, y enamorada de las ganas de querer enamorarse; un cuaderno de notas con formato A4, raíces de espiral con hebras y hebras de oraciones trenzadas; una película: Elizabethtown, una canción: My Father’s Gun; el hospital, el cáncer, la convulsión de cirugías; y el no-papá.
Había una vez una chica de 26 años con Europa en los talones. Y Madrid, y Barcelona; Venecia, Florencia, y Roma; Viena, Budapest, y Praga; y París… y Montmartre, y la reencarnación de Edith Piaf con perfume impresionista. Y París, Bs.As; y Carla Bruni, Jane Birkin y Serge Gainsbourg; Jean-Luc Godard, Jean-Paul Belmondo, Anna Karina. Y “Sentimental”, “Musical”, y “Masculino-Femenino”. Y el hospital con gusto a cáncer de nuevo, la vida a sacudones, las casitas ambulantes de tejado intermitente; y el no-mamá.
Había una vez una chica de 27 años con Europa en las almohadas. Y el cuaderno, las palabras, la poesía; la tormenta en las turbinas. La nostalgia y la paz jugando a ser amantes, haciendo el amor en las esquinas, repartiendo inspiración por los rincones. Y Buika, Copenhague, y Les Chansons D’Amour; el regreso a Damien Rice y el otoño Yodelice. El Transatlanticismo cruzando los senderos terrenales, penetrando en sus hendijas. Un abril a La Deriva, y Sálvese Quien Pueda. “Quiero que sientan lo que siento” plasmado con labial intensidad como un beso omnipotente. Rojas sus venas, rojo su cielo, rojos sus sueños. Su corazón-coraza desnudándose los miedos, clamando en la marea: Soy Cuoresensible… y una chica calibre 28, con ensamble de septiembres espinados que se acerca, que está cerca, y susurra: Estoy aquí.
Notas de cuaderno – 06.03.14
Disparidad concebida en pretérito imperfecto.
Escollos de una metamorfosis
que es niebla de bruma.
Pretendo ser capital, recta,
pero tengo los vértices roídos.
Entonces…
Manuscrita,
entre líneas,
asterística.
Vengo en fascículos,
no tengo prefacios
y en mi historia abundan los nudos.
Sin embargo…
Te regalo todas mis versiones,
para que elijas la que quieras.
Notas de cuaderno – 30.03.14
Es hora de tender las notas.
Me gusta tenderlas estiradas
para salvarlas del metal aplanador
que les entibia los oídos.
Las corcheas destiñeron,
pero no me importa.
Me gusta componerlas desteñidas
para salvarme del cemento aplanador
que me atosiga la cabeza.
Mañana me pondré mi nota favorita.
Las fusas y yo ya somos una,
nos conocemos hasta las fibras.
Vibramos bajo el techo del mismo calor.
Vibramos, y eso es lo que importa.
—
ANTESALA DEL LECTOR:
ANTESALA DEL LECTOR:
Estás loca. Y me encanta. No sé cómo hacés para mezclar tantas cosas en dos párrafos, un millón de sensaciones, pasado presente futuro y el no pasado no presente no futuro, todo burbujeando en el mismo texto. ¿Cuándo sale el libro? Me gusta, me gusta, y ahora me acuerdo que yo vi tus adjetivos, y para escribir de viajes eran demasiados adjetivos pero para escribir sobre vos el adjetivo es perfecto. ¡Soladjetivo! Pequeña, leerte es un viaje claroscuro, de flores rojas y florcitas violetas, como si dijeras Europa y mucho más…
Abrazo con vientito y árboles alemanes 🙂
Juego a cazar el abrazo, y te devuelvo otro con fragancia Buenos Aires, de hojitas que recitan poesía apilada en adoquines.
Gracias! Isolita, Soladjetiva, Cursimett… me encantan todos mis apodos 🙂