“Universos circulares.
Voy mendigando vestigios de mi memoria,
migajas de tu tierra fértil.
Cuatro letras encierran mi principio
de melancolía,
y en tu textura diminuta dejo impregnada mi herencia del sur.
Te veo y me acuerdo de mí en vos.
Recuerdo-te.
Ando añorándote tanto que me des-ando.
Quiero volver a enredarme los pies con tu jetlag seductor,
Y cruzarme con la mejor versión de mí en vos:
La que viaja.
Y entonces…
Círculos universales.
¿Volvemos a empezar?”
(Borrador de martes – 2 am, desde mi almohada, después de encontrar una moneda europea)
Pequeños recuerdos con paso de gigante.
Elegí empezar el post con un borrador de cuaderno que ya debe tener algo así como 3 semanas de edad. Fue una concepción no planeada, yo estaba en mi almohada de día de semana, sin poder conciliar el sueño (ni reconciliarme con mis pensamientos). Al girar la vista hacia mi derecha, ahí estaba, dorada, tintineando en la oscuridad de mi cuarto, invitándome a sentir su textura.
Mi hermana había dado con ella por casualidad (¿será?) vaciando una de mis carteras de alquiler, y la había dejado en mi mesa de luz/libros/perfumes ese mismo día, por la mañana.
La tomé con las yemas de mis dedos y mi tacto se volvió un Delorean. Cerré los párpados pero abrí los ojos (probablemente más que nunca). Ahí estaba, en el aeropuerto de Orly, ya había atardecido y el día se había disuelto adentro de un avión y no adentro de una oficina (algo que me hacía vibrar hasta los huesos).
De ahí empecé a saltar de una porción de mi neurona a otra: Montmartre – Frankfurt – Praga – Budapest – Viena – Venecia – Roma – Capri – Florencia – Niza – Mónaco – Montecarlo – Zaragoza – Barcelona – Madrid.
Y así como los músicos sienten la necesidad de componer, yo sentí la necesidad de escribir. Y en lugar de dedicarle una canción a un gran amor que no pudo ser, yo le dediqué un poema a mi amor eterno, Europa, que con su inmensidad, su historia y su abanico de belleza me abrió las puertas a un universo infinito, porque voy a llevar estos recuerdos en mi valija encefálica para siempre.
Aterricé de vuelta en mi pista de cama con una pregunta: ¿cómo algo tan pequeño como una moneda de 10 centavos de euro había sido el catalizador de algo tan profundo, en tan solo unos minutos? Y me respondí: las mejores sensaciones suelen no tener explicación.
Ella duerme tras el vendaval, se quitó la ropa,
sueña con despertar en otro tiempo y en otra ciudad:
sueña con despertar en otro tiempo y en otra ciudad:
Es un juego que jugamos muchas veces cuando éramos chiquitos. Y ahora queremos seguir jugándolo. Es una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, conocer otros viajeros que andan dando vueltas por el mundo.
"voy a llevar estos recuerdos en mi valija encefálica para siempre", linda imagen. Difícil no enamorarse de Europa, no? Está bueno cuando algún objeto, por pequeño que sea, nos lleva de viaje por un rato. Diminutos placeres que nos permiten los recuerdos.
Muy lindo post, Sol.
Saludos
Gracias Sebastián!! y la verdad es que sí, es difícil no enamorarse de Europa 🙂
"La vida es una moneda…"
totalmente! yo estoy leyendo el tuyo ahora Facu… Recién aparecen las noctilucas…alucinante!
Desde Europa (Zaragoza) agradecidos por como ves nuestro mundo. A nosotros nos pasa lo mismo con América. Nos enamoró a primera vista. Es posible que con cualquier cosa pequeña evoquemos momentos super grandes, pero saber contarlo tan bien como tú es difícil. Felicidades.
Que bonito mensaje, definitivamente las mejores notas vienen de pequeñas cosas o de aquello que creemos insignificante…
Europa es una belleza, me encanta 🙂
Gracias Diana! coincido 100%, me gusta poder percibir esas señales.
Y gracias Matilde y José Miguel por su comentario, no saben cuánto significa tener ese feedback…
Una más de las bellezas de hacer lo que a uno le apasiona 🙂
Hola Sol! Como decís, es difícil no enamorarse de Europa. Mientras leía tu post recordaba mis pasos por el Viejo Continente.
Muy buen Veo Veo! Cuántas reflexiones que trae una moneda de 10 euros, y nada que ver con lo económico.
Saludos! 😀
Gracias Nair!! Coincido totalmente 🙂
Es impresionante cómo un objeto, un perfume, un sabor, nos transporta a un lugar inolvidable.