Veo, Veo: Transatlanticismo & Yo

“Transatlanticismo”. ¿Qué es transatlanticismo?

Para mí, la definición de Transatlanticismo es amor, amor transformado en una canción de casi 8 minutos, pero con impacto sísmico en casi 10 años de mi vida.

Transatlanticism (en su idioma original) es un tema de Death Cab for Cutie, la primera banda que me introdujo al género indie.

Nuestra historia de larga data empezó cuando tenía 17 años y la escuché en mi habitación, sola, con luz tenue… la atmósfera perfecta para un encuentro ideal. Desde entonces, se quedó conmigo, me acompañó al colegio, me rescató de las interminables tardes de oficina, tomó la merienda en mi mesa, acarició mis nostalgias para hacerlas más ligeras… me consintió. Con su paz me enseñó a conservar los pies en la tierra, pero con el corazón en el cielo.

Hace unos meses, yo había pasado por un momento personal delicado y decidí hacer mi primer viaje casi sola hasta La Cumbre, Córdoba (digo casi porque hasta Córdoba fui con amigos). En el trayecto pude pensar, conectarme con lo que sentía, reencontrarme.

Atravesando Villa Carlos Paz, me doy cuenta de que estaba sonando Transatlanticismo a través de mis headphones. Se accionó haciendo que instantáneamente todo reaccione. Entonces miro por la ventana del micro y el Lago San Roque me hace un guiño, me invita a mirarlo, quiere llamar mi atención (y lo logra). Alardea sobre su textura con destellos que le prestó el sol del mediodía y se planta ante mis ojos seguro y encantador. Su inmensidad me consume, hace que me entregue sin objeción. Me sumerjo en él, me pierdo en un limbo visual en donde no se subrayan límites.

Ahora entiendo. De repente, mi limbo toma una trascendencia sentimental de 360°.  Mi destino era La Cumbre, pero al parecer, la había encontrado antes de lo esperado. Ahí estaba mi cumbre: la canción perfecta, un escenario soñado y yo, formando un triángulo equilátero excelente 10, retro-alimentándonos, enriqueciéndonos de belleza.

Ese fin de semana me di cuenta de que lo importante de viajar no son las distancias que recorremos, sino la capacidad que tenemos de reconocer el encuentro con nosotros mismos. Pensé en la idea de la cercanía, en la vida, en los cambios, y en cómo crecer deviene en una elección personal.
Ese día, aprendí a respirar, a mirar admirar mi entorno, a caminarlo con todos mis sentidos, a abrazarlo y decirle cuánto lo quiero a través de todo lo que escribo.
Aprendí que la naturaleza es sabia y siempre nos extiende su brazo para ayudarnos a despertar (al igual que la música). Aprendí que podemos ser los arquitectos de nuestra felicidad entendiendo a la naturaleza con todos sus regalos; que entendernos es despertar, y despertar es, de alguna forma, volver a nacer.  

Ese fin de semana, me conocí, y me gustó mucho.

PH: Sol Iametti