No siempre fui una gran fan de las películas europeas hasta que viajé a Europa y mi visión del cine (y de la vida) dio un giro de 180 grados.
Cuando regresé, decidí incursionar en este plano paralelo con algo más contemporáneo: la primera elección fue De Rouille et D’os (cuyas gráficas me siguieron durante todo el viaje), luego, Les Amours Imaginaires (gracias I.Sat), después de La Belle Personne (la cuál me presentó al impecable Louis Garrel) … hasta que por fin llegué a la Nouvelle Vague y el maravilloso mundo de Jean-Luc Godard.
Ahora bien, ¿qué es lo más sorprendente de sus películas?: son películas atemporales, con carácter, atrevidas, memorables, visualmente épicas … todo eso y probablemente mucho más.
Por lo tanto, pensé que era justo comenzar esta nueva sección, Lecciones de amor (en el cine), con capturas de la película de Godard Une femme est une femme.
No voy a revelar mucho (la gracia está puedan generar sus propias conclusiones) pero sí quiero señalar que es muy probable que nadie haya retratado un triángulo amoroso con tanta precisión, diversión, elocuencia y de una forma tan exquisita como Godard. Protagonizada por Anna Karina, Jean-Claude Brialy y Jean-Paul Belmondo, este director francés presenta una magnífica perspectiva sobre el amor que piensa en voz alta, expresando todo eso que comúnmente no nos atrevemos a decir, y desmenuzando las diferencias entre los hombres y las mujeres (un tema recurrente en sus trabajos), mientras se divierten, cantan y juegan de una escena a la otra.
Y, por último, nos deja un interrogante: ¿Siempre pedimos lo imposible cuando se trata de amor?