James Morrison y su voz son uno de mis vicios favoritos. Reviendo sus videos, volví a asombrarme con Wonderful World.
En un maníaco desfile de ostentosos trajes de baño, capelinas blancas y maxi gafas, su guitarra rompe el silencio. Las enfermeras reparten la píldora que calma lo salvaje y las pacientes juegan a ser cuerpos inertes, indiferentes a su canción.
Mientras siluetas sinuosas adornan la locura de un parque verde, una desenfrenada protagonista se deshace a saltos en una habitación. Ellas si saben enloquecer con estilo.